Hemos creado este espacio con la finalidad de poder compartir con libertad, abrir caminos, hacernos preguntas… aprender y desaprender juntos y juntas de la vida, del mundo, de Dios, de nosotras y nosotros y de las demás personas. Nos gustaría bucear contigo en la vida, buscar claves, intuiciones, que nos ayuden a crecer en una espiritualidad libre y alegre.

viernes, 6 de julio de 2012

Inquietud exploradora, camino para el silencio


Hace unos días me llamó la atención esta frase de F. Moratiel: “es imprescindible una voluntad exploradora a la hora de hacer una andadura de silencio”. Tal vez es así porque refleja el momento en el que me encuentro; enfrentada a un abismo que me atrapa y que me infunde temor al mismo tiempo. Experimento el silencio como fuente de vida, de quietud, de armonía, de paz, oquedad para el Infinito, camino ciego muchas veces. Y como dice Moratiel requiere una voluntad que se atreva a explorar caminos nuevos de oración, caminos nuevos de autoconocimiento, caminos nuevos sobre todo de desapego. Reconozco que es una ruta personal en la que no hay sendas marcadas y en la que cuenta más la confianza de dejarse hacer. Requiere una apertura a lo inesperado, a lo que no podemos controlar pero sin duda que merece la pena. La única forma de encontrarnos con nuestro origen y sentido vital: la Trascendencia en nosotros y nosotros en ella en armonía con todo lo creado.

viernes, 11 de mayo de 2012

EL SILENCIO QUE ME HABITA

¿Te miras?, desde luego que me miro. Todas las mañanas contemplo mi imagen en el espejo. Esta podría ser una posible respuesta ante una extraña pregunta.

Yo también me miro cada mañana. Necesito darme el visto bueno o el visto malo, en el peor de los casos, pero no me contemplo. Esta palabra tiene un significado que es imposible llenar, con una simple mirada externa en el espejo, sin contar que muchas veces nos miramos sin vernos. Miramos la imagen que proyectamos, pero no nos miramos.
Espero que hayáis hecho el ejercicio que os proponía en el texto “las diferentes miradas”. Pues bien, si contemplar a una persona es una experiencia alucinante, contemplarnos quizás sea el mejor regalo que podemos hacernos. Sé que si me decido a mirarme, como miro a las demás persona, no siempre me gusta lo que veo y me asusta. Me asusta que los demás también lo vean y no les guste, me asusta que no me quieran, me asusta no ser como querría ser, me asusta descubrir en mí sentimientos que no “debería” tener, me asusta que me rechacen, me asusta no gustarme. Estoy segura de que la lista es mucho más larga y cada una puede hacer su propia lista.

A veces me pregunto cuál es la imagen que me he construido de mi misma para que me dé tanto temor mirar la que soy, la imagen que me refleja el espejo después de despojarme de cada una de las capas que me he puesto o que se me ha ido adhiriendo a lo largo de los años. Si soy el mejor regalo que me han hecho, no puedo mirarme mal. ¿Será que no he aprendido a mirarme? ¿Será que no he aprendido a contemplarme? O será, más bien, que el miedo me paraliza y no quiero ver. Se de mi capacidad para mirar a otra persona y descubrir la maravilla que hay en ella, (también de la capacidad de mi mirada para destruirla) y sé también que puedo descubrir la maravilla que soy y el misterio que me habita.
A veces creo que, si lleno el tiempo, puedo quedar liberada de encontrarme conmigo misma. Sé que es una falacia pues vivo conmigo, me acompaño a todas partes, no puedo separarme de mí ni un solo momento. Llegado a este punto decidí descubrir y cuidar el regalo que me habían hecho. Estoy en ello, voy intentando despojarme de todos los RUIDOS que se me han ido pegando a la piel, al pensamiento y a mis entrañas, para dejarme habitar por el SILENCIO que me devuelve a la persona que soy. Este SILENCIO me permite acoger mis miedos, amar lo que es más genuino en mi y reconocer esa sensación que anida en lo más profundo y me trasciende, que me envuelve, que me eleva y me pone en pie, que hace que me sienta parte de toda la creación.

viernes, 17 de febrero de 2012

las diferentes miradas


Si alguien nos preguntara:

- ¿Tú miras?
-  ¡Por supuesto!, responderíamos.

 No se la vuestra, pero mi mirada es muy selectiva. No se muy bien que es lo que le pasa a mi mirada, o no mira bien o no ve lo que mira. Hay lugares por los que paso continuamente y que descubro su existencia sólo cuando los necesito. En estas ocasiones me gusta decir que tengo una vista aérea, una vista panorámica, pero con detalles poco definidos; se queda en la superficie de las cosas. Estoy segura que reconocéis esta mirada y que espontáneamente diríais: ¡sí, pero…!

Claro. Un cuadro de la ciudad de Toledo, lo reconozco allá donde se encuentre. Hay personas que identifico de espaldas y a distancia, no me pasan desapercibidos sus movimientos al caminar, su silueta, el color de su piel, su altura, el movimiento de sus manos… Tengo que decir que para esto hace falta mantener algún tipo de relación personal.

Nuestra mirada tiene muchos niveles, os planteaba dos y entre ellos podríamos hacer muchas distinciones.

Hay otros dos que a mí me interesan mucho: mirar más allá de lo que nuestros ojos ven (contemplar) y mirarnos más allá de la imagen que tenemos y mostramos de nosotras y nosotros mismos (contemplarnos), de esta hablaremos otro día.

Para contemplar hace falta pararse, es necesario que lo que se mira se convierta en el centro de nuestra atención. No vale si miramos y pensamos en otra cosa; si miramos y tenemos prisa; si miramos y estamos pendiente de otras situaciones que pasan a nuestro alrededor; si miramos y...

En la contemplación lo que miramos necesita su tiempo para dejarse ver, para mostrarse, necesita la comprobación de que estamos realmente interesadas para que se nos desvele. Hace falta tiempo y mirar más allá de lo que nuestros ojos nos muestran, hace falta tocar para ver; hace falta sentir para ver; hace falta moverse y girar en torno al objeto contemplado para verlo; hace falta alejarse y notar su ausencia, acercarse y observar todos los detalles para ver; hace falta..., hace falta… SILENCIO para contemplar.

Os voy a contar un secreto:

Tomarse un tiempo para contemplar es hacerse un regalo y si el objeto contemplado es una persona, la experiencia es alucinante. No necesitamos hacer puenting para tener emociones fuertes.

martes, 5 de abril de 2011

Camino de humanidad

Vivimos un tiempo fuerte para los cristianos. A algunos no les gusta, les parece triste. Tienen, por lo que sea una experiencia de la cuaresma como una carga, un tiempo sin alegría, ¿incluso sin sentido?
Mi caso no es éste. Estoy contenta, agradecida, de disponer de estos días. Tiempo de reconocer mi humanidad limitada, pero agraciada. Mi impotencia que a veces me pesa, pero que es trampolín en realidad para ir más allá de mí misma y mirar fuera. A los otros y al Otro. En especial a "ese hombre", un hombre lleno de una humanidad que me muestra quien estoy llamada a ser y que Alguien más grande que yo puede realizar en mí el milagro de vivir el amor en lo pequeño, en el día a día, más allá de mi propio límite.
No sé si me entendéis, pero yo sí me entiendo. Entiendo que Dios es más de lo que puedo intuir, con la mente por supuesto, pero también con el corazón. Entiendo que hay un hombre que lo ha dado todo para que yo pueda encontrarme con el Dios de la vida y del Amor, en mi propia historia, en mi vida de cada día, en el mundo tal y como es.
Entiendo también que estoy lejos, muy lejos, de este Dios que me habita. Pero en Él confío. En Él descanso. Él-Ella me conduce. En este tiempo de Cuaresma me paro a contemplarle y a dejarme mirar. Aspiro a que me contagie su mirada sobre el mundo, sobre la realidad.
Y por eso, digo, es un tiempo de alegría, de poner los ojos en Él, de liberación de lo que no es amar... Ojalá se vaya haciendo este camino de humanidad en mí, cada día.
T.M.Ll

lunes, 4 de abril de 2011

Alguien que nos quiere: el poder de una mano amiga

Creo que una de las cosas geniales que tenemos las personas es nuestro poder de seducción y en este medio, la necesidad que tenemos de que alguien esté al otro lado.
"Alguien que nos quiere". Este es el asunto de uno de mis correos de esta noche. No tengo que decir que el instinto me ha llevado de inmediato a abrir el correo. Estas palabras corresponden a un pequeño mensaje dejado en este blog, en el texto anterior. Alquien que nos quiere venía unido a la invitación de no dejar de escribir, así que aquí estoy a altas horas dando curso a esta petición. No entiendo muy bien pero hay palabras que tienen el poder de conmovernos y hacen que en nuestro interior broten un tumulto de sensaciones que se pelean todos por salir, por encontrar su hueco y manifestarse. ¿Cómo mostrarte mi agradecimiento?... Has hecho que deje lo que estaba haciendo para ponerme a escribir. Todo esto me recuerda el poder que tiene una mano amiga, el gran poder de movilizarnos, el poder de hacernos recordar lo que queremos, el poder de hacernos entrar en contacto con lo importante. Gracias por tendernos tu mano.

jueves, 17 de marzo de 2011

La motita de polvo que somos

¿Qué decir? Hace meses que nos hemos quedado sin palabras, sin pensamiento, sin expresión y sin comunicación. Alguien podría pensar que nos ha tragado la tierra o que este blog ha perdigo nuestro interés. La verdad es que no es así, simplemente no siempre sabemos como comunicar lo que vivimos, la trascendencia de los acontecimientos, algunos nos dejan sin palabras, sin reacción. A veces sólo podemos observarlos y esperar a ver como evolucionan; tienen dimensiones que nos superan, nos sobrepasan (el norte de África, Japón). Éstos nos ayudan a tomar conciencia de la realidad de lo que somos: una especie de motita de polvo en medio del universo. Parece increíble y nosotras creyéndonos imprescindibles.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Las prisas nos alcanzan

Todo va tan deprisa... A veces es difícil ser consciente de  cada uno de los pasos que doy, de cada una de las cosas que vivo, parece cómo si llegase tarde a algún lugar y todo tuviera que ser hecho rápidamente. Ya se que esto nos pasa a muchos y a muchas. Me gustaría aprender a disfrutar de lo que hago, de lo que vivo, porque tengo la suerte de que es para disfrutarlo, pero a veces no me da tiempo. No he terminado una cosa cuando ya estoy en la siguiente. Mientras la vida sigue su ritmo, las hojas siguen desprendiéndose de los árboles, siguen cubriendo los caminos y las calles; algunos papas y muchas mamas pasean a sus niños pequeños, les hablan por el camino, sonríen juntos. El cielo se llena de estrellas, el cielo es de un azul profundo, casi negro y... ocupando todo ese espacio infinito, las estrellas, expectantes, observándonos pacientemente desde su lejanía. Todo va tan deprisa, tan deprisa y mientras ellas, las estrellas nos esperan cada noche, tranquila, pausadamente. Esperan nuestra mirada, esa que les dice que existen y que les recuerda que son las musas de muchos sueños.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Y ELLOS... ME ENSEÑAN HUMANIDAD


Hace unos días una amiga envió la experiencia vivida como colaboradora en el proyecto Bantabá. Me he tomado la libertad de recortarla un poco, pero creo que lo fundamental está. Siento no poderos ofrecer las fotografías que envió. El corta y pega no funciona.
VERANO EN ALMERIA “BANTABÁ”
Al principio me apunté a unos Ejercicios Espirituales. Pero quería, por fin, hacer algo por otros y mi verano, trabajando en una tienda, es muy limitado. Miren me dio la idea: mis Ejercicios Espirituales serían este verano esa tarea: Proyecto Bantabá, Almería, El Ejido, Las Norias de Daza. Una. Cuatro quincenas. Cuatro personas cada vez. Yo quería ser una de ellas. Desde ya, me sentía muy contenta. Faltaban tres meses. Quería preparar el corazón. Me han ayudado dos libros de B. González Buelta: Bajar al encuentro de Dios y Orar en un mundo roto .
Se acercaba el día de irme a Almería. En mí había ilusión y un poco de miedo. No sabía si iba a ser capaz de estar a la altura. Un largo viaje en tren desde Valladolid. Ya iba llegando. Cuando dejamos los olivos de Jaén, surgieron implacables los invernaderos. Era un avance de lo que iba a ser “mi pueblo”. Pude imaginar un poquito lo que debía de ser trabajar allí y me estremecí. Osamentas cubiertas de plástico, la mayoría de techos muy bajos. Luego me informaron de que la temperatura habitual es de 50ºC .
Me recibió el ambiente pegajoso de la calima almeriense. Ese clima me templa los nervios. Llegada y acogida. Reunión preparatoria. Esa misma tarde comenzarían las clases. Otra vez el temor: ¿seré capaz? Me gusta enseñar, y me atrae la lengua, la palabra, pero no soy una profesional. Pilar me anima. No va a ser la primera vez. En estos quince días estará siempre ahí.
Una cosa se me graba de la reunión: los alumnos deben sentirse tratados como personas únicas, es importante aprender cada nombre. Eso no me asusta: mi memoria me echará un cable… otra cosa me parece importante: se debe potenciar el grupo, que estén unidos.
Cuando estoy en el centro, llega mi primer alumno, estrecho su mano y al mirarle me llega la certeza de que es un hombre bueno. Van llegando los demás, con una mirada confiada y una sonrisa grande. Voy contenta a mi clase. Al pasar lista me doy cuenta de que lo de los nombres no va a ser tan fácil como pensaba. Sobre todo los árabes… Otra dificultad que no es sólo mía, sino de muchos europeos: algunos rostros se me parecen demasiado entre sí. Las miradas llenas de confianza me alcanzan desde sus lugares alrededor de la mesa. El temor que sentía de no estar a la altura se evapora: ellos se han puesto a la mía. Siento durante esa hora y media una felicidad que no había sentido antes. Su confianza me anima. Según se van, van viniendo los del grupo siguiente. Un poco afónica iniciamos las presentaciones y comenzamos la clase. Hora y media después mi jornada termina… me siento tan feliz… y es sólo el principio.
Durante las dos semanas que estoy con ellos y ellas, día tras día, los voy conociendo. Yo les llamo por su nombre mirándoles a los ojos, ellos me dan la bienvenida cada vez con esa confianza en la sonrisa y en la mirada. Avanzamos en las clases de español. También salen en clase sus preocupaciones, el por qué se vinieron desde tan lejos jugándose la vida y arrancándose de sus raíces. La respuesta siempre es la misma: por buscar una vida mejor. Ahora me cuesta más mirarles y se me encoge el corazón: ¿tienen entre nosotros esa vida mejor?: me cuesta creerlo, cuando voy conociendo los lugares en los que viven, naves grandes en las que caben cuarenta, viviendas con techo de uralita, cocheras donde no existen los baños. Pero yo no conozco la realidad de África: ellos me aseguran que sí, que esto es YA mejor. Utilizo el tema de la Vida Digna en ejercicios de clase. Es bueno que conozcan sus derechos. Es imprescindible que los que creemos en la realidad del Reino de Dios luchemos porque no sean sólo palabras.
Yo intento enseñarles español. Y ellos… me enseñan humanidad. No hay corazas en la forma en la que expresan el afecto, la alegría, el sufrimiento. A veces intuyo que mis alumnos traen preocupaciones de las que no pueden desprenderse a pesar de su interés por la clase, pero una dignidad invisible les envuelve siempre. Siento que defienden la vida de las garras de mil razones que les asaltan para que rindan la alegría y el coraje. Preguntando a un marroquí al que acucian problemas muy reales ¿por qué siempre logra estar contento?, me responde que: “ en la vida las cosas muchas veces son buenas y otras muchas salen mal, que eso es propio del vivir, que por eso no va a permitirse sentirse mal Intento grabarme la lección para cuando vuelva a mi rutina diaria.
En la casa, con mis compañeras, iniciaba el día con un rato de oración. Y el encuentro con Dios continuaba para mí en el encuentro con mis muchachos y muchachas, los que teniendo tan poco materialmente tanto sentido vital me han dado. Si los Ejercicios Espirituales son un encuentro con Dios, yo me he encontrado con Él en El Ejido. Gracias, ¡Bantabá!
María de Grado, Valladolid.

jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Dar las gracias?


En estos momentos se lleva poco eso de dar las gracias. Si vamos a un bar, el camarero tiene que servirnos lo que hemos pedido, es su obligación ¿por qué hay que dar las gracias?, Si alguien limpia el lugar en el que trabajamos, las calles por las que paseamos, las estaciones de metro por las que pasamos, si por las mañanas el metro huele bien... ¿hay que dar las gracias? Claro que si... y se me ocurren dos motivos: el primero porque los demás son capaces de hacerme la vida más agradable, me la facilitan; el segundo motivo es que si somos capaces de ver lo anterior y de agradecerlo, se nos ha regalado una forma particular y peculiar de mirar y de ver la realidad. Una realidad donde todas las personas estamos interrelacionadas. Espe
ro que seamos capaces de acoger este regalo, poder contemplar el hacer de tantas personas que nos ha facilitado estar donde estamos y percibir los pequeños y grandes regalos invisibles que nos llegan continuamente: las risas, los cantos de una fiesta de cumpleaños celebrada en la calle, que me acompañan mientras llego a casa; las miradas de ¡qué alegría verte! ¡que bien que llegaste!, que me ayudan a sentirme bien, a reconocerme, a saber que este es mi lugar y a él pertenezco; el libro que me traigo entre manos estos días, sugerido por un amigo y que me está haciendo disfrutar; la música que me relaja y me hace sentir ligera, la que me excita y me invita a la danza, la música que me ablanda el corazón y me ayuda a entrar y a hablar desde lo profundo. Podría seguir enumerando una gran cantidad de regalos
recibidos, en este día que se termina, estoy segura que vosotros y vosotras también lo podríais hacer. Hoy quiero poner en mayúsculas mi mayor regalo: UN AMIGO. Estoy abrumada. A quien corresponda: gracias, gracias, gracias, gracia…

domingo, 15 de agosto de 2010

Callar y gritar con Haiti

Desde Haiti, me paro a sentir, pensar, reconocer, agradecer, el paso de Dios en la vida que late de un modo tan distinto a todos mis esquemas y conocimientos. Me paro y me brota el silencio y el grito. A un tiempo me quedo sin palabras y se me hace un grito en el estómago: ¿Es posible? ¡No a tanto sufrimiento!
Vuelvo al silencio y miro a Dios en la cruz: a Él le encomiendo todas estas personas con sus sufrimientos, el hambre, la angustia de no tener un futuro para ellos ni para sus hijos, la tribulación y el escepticismo. En silencio admirativo sigo rezando.

jueves, 22 de julio de 2010

A algunas mujeres de Chile

Hola a todos y todas las que pasáis por este blog. Hace tiempo que no aparecía, el hecho es que me hicieron un gran, gran regalo que me ha tenido ocupada. Me regalaron la posibilidad de trabajar en Chile con la población afectada por el terremoto de febrero. Hacía un trabajo de escucha, en su mayoría con mujeres, y vuelvo impresionada por estas mujeres, por sus búsquedas, por sus ganas de hacer la verdad consigo mismas. El recordarlas me produce un gran respeto y no puedo más que quitarme el sombrero delante de ellas (en mi caso la boina, que es lo que utilizo). Os contaría muchas cosas, pequeños detalles que me han hecho sentirme profundamente aceptada, a pesar de venir de otro lugar. A pesar del poco tiempo de estancia el trabajo me ha permitido entrar de lleno en sus vidas, en sus necesidades, en sus sueños, en sus esperanzas y desesperanzas, en el descubrimiento de sus búsquedas profundas. Me han trasmitido, a persar de las circunstancias, una esperanza, un saber acoger las circunsatancias y desde ahí transformar la vida... que no creo que muchas sepamos hacerlo, por ello me descubro ante ellas y les doy las gracias.
Mientras escribo voy pasando por mi mente rostros de personas queridas, con mucho sufrimiento detrás pero con unas tremendas ganas de seguir viviendo desde la verdad, desde su verdad más profunda, sin máscaras, sin artificios.
A todos esos rostros concretos: gracias.

jueves, 24 de junio de 2010

MásQueSilencio sale a la calle

Este fin de semana, si vives en Madrid, puede que te lleguen noticias de un centro que se pretende abrir: Un centro de silencio y encuentro para personas que tienen ganas de tomarse en serio aquello de crecer, de seguir dando un sentido a la vida, de pararse, de vivir con hondura. Este centro pretende ser un lugar que puedan usar como medio y herramienta cuando lo necesiten o cuando quieran.
Pretende ser un lugar en el que tú, que lees este post quizá con sorpresa, te puedas sentir a gusto y puedas venir a estar en silencio, nada más y nada menos.
Este sábado 26, si vives en Madrid puede que te encuentres a alguien por la calle que te cuente que vamos a abrir el centro, que necesitamos, si le ves sentido tu colaboración.
Es un centro que aunque no tiene todavía espacio físico tiene mucho espacio en el corazón y en el tiempo de algunas personas que venimos poniéndolo en marcha desde hace unos meses. Nos encantaría que, si quieres, hagas algún comentario sobre ello aquí.
Y pronto podrás hacerlo en la propia página Web del Centro. Porque avanzamos sí, sin prisa, pero sin pausa...

martes, 22 de junio de 2010

El silencio como aliado

Buceando sentido se llama nuestro blog. Porque nos interesa, preocupa, ocupa, inquieta, alegra, pone en pie, la necesidad de sentido que todos tenemos, la nuestra por supuesto, la de cada persona, que es personal e intransferible.
Hoy alguien me decía con lágrimas de asombro, dolor superado y emoción contenida, que su vida volvía a tener sentido. No me atreví a preguntarle cuál era. Estaba siendo testigo de un misterio mayor que no quise empequeñecer con mi deseo de controlar o de entender. Contuve mi pregunta y me quedé en silencio. Y el silencio llamó a otro silencio, y otras palabras, y de silencio en palabra auténtica y verdadera he podido percibir el paso de Dios en una persona.
El silencio... al que tanto tememos a veces, es más bien un aliado que nos permite escucharnos a nosotros mismos, intuir el paso de Dios y acoger el misterio del dolor, el sufrimiento, la alegría y el sentido.
Me quedé sin palabras. Me alío con el silencio. Seguro que me va sacando a flote...

viernes, 28 de mayo de 2010

Se me hace silencio por dentro. Un vacío sin luz y una luz sin vacío. Silencio por dentro que me deja sin palabras, sólo con una certeza: la de Alguien que está, permanece, y espera.
Gracias, Amigo, en silencio me quedo agradecida.

lunes, 10 de mayo de 2010

Es bueno esperar en silencio...

Una amiga mía, Yoli Hernández, compartía en otro foro que compartimos su experiencia personal de silencio. Leerla me ayudó a adentrarme sin más en un silencio denso..., así que le pedí permiso para compartirlo en este blog y aquí va:

"Es bueno esperar en silencio
la salvación de Dios" (Lam. 3, 26)


Hace 15 años este salmo me hizo un eco especial en una situación de dolor-sufrimiento que estaba viviendo.
En esa ocasión, "esperar en silencio" suponía para mí abandonarme en mi centro, hundirme en mi pobreza y experimentar desde lo hondo la soledad, la propia impotencia, el dolor que me producía la circunstancia que estaba viviendo, para desde ahí, desde ese silencio de mi ser, Dios me pudiera salvar, sacar a flote, hacerme vivir en la confianza dejando que la vida fluya...

A lo largo de todos estos años cuando he recitado o escuchado este salmo, siempre me evoca a esa experiencia determinante en mi vida.
Este año una vez más he recitado-orado el salmo en la celebración del Triduo Pascual, pero esta vez, la experiencia ha tenido otro matiz. "Esperar en silencio" no es para un momento puntual sino que tiene que ser la tónica de mi vida: vivir el silencio de mi ser, ser consciente-despierta del momento presente, del aquí y ahora, donde su salvación = Presencia ES una realidad constante, permanente.
A más silencio de mi ser viviendo en el aquí y ahora, más Presencia = más plenitud = más vivencia desde mi propia identidad.

Se me hace difícil vivirlo en el día a día pero estoy en el camino.
Bueno, como siempre, las palabras son criados inútiles, pero ahí queda.